La lucha contra la violencia y las carencias de la izquierda.

Publicado en por Franky

Hoy se cumple el primer aniversario del asesinado del hijo del poeta Javier Sicilia y seis de sus amigos en esta guerra calderonista que ha dejado varias decenas de miles de mexicanos muertos en el camino.

sicilia.jpgEn un primer momento el asesinato trató de disfrazarse de un ajuste de cuentas entre bandas criminales. Gracias a que el poeta tuvo a su alcance medios de comunicación se logró aclarar que el asesinato fue cometido por criminales disfrazados de policías y que los jóvenes asesinados no tenían ninguna participación en actividades ilícitas. Insisto en que lo anterior se logró gracias a que el poeta tuvo acceso a medios, de lo contrario, los 7 jóvenes asesinados solo pasarían a formar parte de las estadísticas de criminales muertos en ajuste de cuentas entre ellos, lo anterior basado sólo en las características del crimen, lo que nos mueve a preguntar cuantos de las decenas de miles de asesinados que han aparecido descuartizados no han sido personas inocentes cuyos crímenes no se investigaron porque, a partir del modus operandi, el gobierno aduce que eran criminales cuyas muertes no ameritan una investigación criminal.

A partir del asesinato de su hijo, el poeta alzó la voz y convocó a miles de mexicanos a una lucha en contra de la violencia en México, lucha encabezada de facto por Sicilia. Esta lucha era sin lugar a dudas profundamente necesaria, pero se conduce por una clase media no militante que no sabe llevar a buen puerto toda la fuerza de masas que en su momento logra aglutinar. Convoca a dialogar con  las autoridades, genera un discurso moralizante que deja a un lado las condiciones materiales concretas que dieron paso a esta ola de violencia, besa a cuanto actor político se cruza en su camino para llamar a la reconciliación, como si los intereses fueran capaces de reconciliarse con un ósculo.

El movimiento comienza a dividirse por las formas y el fondo de la lucha del poeta. Retoma de la izquierda una de sus características más nocivas, su profundo sectarismo. No existe una propuesta concreta de cómo modificar la lógica de violencia imperante y no existe una propuesta organizativa que convierta en fuerza política el descontento acumulado. Así, a un año de distancia, hoy el movimiento no tiene la fuerza que llegó a tener ni la trascendencia histórica que pudo haber desarrollado. En lo concreto no obtiene ningún triunfo y se convierte únicamente en una catarsis colectiva que no da soluciones concretas a los problemas concretos.

¿Es culpa de Javier Sicilia?

Por supuesto que no. El compañero condujo el movimiento de la mejor manera que lo pudo conducir. Desde su concepción cristiana de izquierda planteó el amor como la solución. Desde su posición de clase pequeñoburguesa llegó hasta donde podía llegar. No planteó alternativas organizativas porque no es un organizador.

El problema fundamental es que la izquierda más organizada y con un proyecto más desarrollado ha pasado de noche por estos años aciagos en que México ha padecido niveles de violencia superiores a los de países como Irak que se encuentran en guerra regular.

El problema es que la izquierda más ligada a los movimientos sociales está ensimismada, creyendo que sus problemas particulares son el ombligo del mundo. Envueltos en el sectarismo y el gremialismo somos incapaces de articular programas y propuestas de lucha políticas que engloben las necesidades más generales de la población.

No se diga la izquierda electoral, que se pasa la vida saltando de una elección a otra discutiendo los nuevos cargos, espacios políticos y canonjías a repartir. Espacios que todos decimos que son instrumentos para transformar las condiciones de vida de nuestro pueblo, pero nos pasamos tanto tiempo luchando por el instrumento que jamás lo utilizamos.

No hemos sabido combinar todas las formas de lucha y no hemos logrado coordinar a todos los que coincidimos en objetivos concretos, tan tangibles como la terminación de la violencia, el fin de esta guerra estúpida que derrama la sangre de miles de mexicanos y, pese a lo que digan los discursos oficiales, miles de ellos tan inocentes como el hijo de Sicilia y sus amigos.

Hoy se cumple un año de una tragedia. Esa tragedia sin embargo sacudió al país y tuvo la oportunidad histórica de organizarnos para cambiar las cosas. Muchos no la aprovechamos y quienes lo hicieron llevaron el movimiento hasta el mejor puerto que podían llevarlo ellos, pero no al mejor puerto a que el movimiento puede y debe llegar.

Estamos en 2012 y Javier Sicilia llama a anular el voto, en concreto llama a que los que tengan un poco de conciencia social dejen la decisión en manos de quienes no la tengan. Mal haríamos en seguir su consejo. Dice no apoyar a AMLO, lo cual es su derecho, pero el problema es no entender que los dos candidatos (tres si consideramos también al alfil de la maestra) representan, variables más, variables menos, al proyecto neoliberal que generó la violencia que condujo a la muerte de su hijo y otras decenas de miles de personas. Unos tal vez jalaron el gatillo, los de arriba pusieron las condiciones para que ese gatillo se jale decenas de veces a diario.

Por eso en la izquierda tenemos que plantear como debemos conducir estas luchas. Generar procesos de análisis y reflexión que toquen el fondo y no solo las formas. Que entiendan las causas y no solo los efectos, y que organicen a todos los damnificados. Si logramos lo anterior, un futuro mejor se plantea a la vista, de lo contrario, podemos seguir desahogándonos que los que lleguen se encargarán de que no nos falten motivos para llorar.

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